Notre-Dame de Paris

  

La idea de "libertad" en sus múltiples expresiones ilustrada  en el Romanticismo, en este caso francés, la vemos pincelada en la más grande  novela histórica  jamás escrita, sin exageración: “Notre-Dame de Paris" publicada el 16 de marzo de 1831 cuyo pintor de estas letras  es  Victor Hugo.

La trascendencia de esta magistral novela se debe  a la presencia protagónica como ambiente a la catedral de Notre-Dame, con su monumental estructura gótica  y que el autor describe de forma majestuosa a través de su pincel literario. Junto a esta, sus personajes que reflejan la condición humana, cruda y real.

De forma general diremos que Quasimodo representa al hombre mismo, es fiel reflejo de este; lo armonioso, lo hermoso, lo bello estéticamente hablando, que el hombre tiene en el exterior; Quasimodo  lo tiene al interior espiritualmente. En cambio, lo horrible, lo grotesco, lo monstruoso que este tiene  por fuera, el hombre lo tiene por dentro: corto de razón y a veces lúcido. Dicha extracción a modo de analogía, pero con diferente matiz, acerca del hombre y sus calamidades existenciales lo encontramos en otra gran obra del romanticismo alemán “Fausto” de Goethe:

            Mefistófeles.---…Nada puedo decir del sol ni de los mundos; no veo más que una cosa: la miseria de los hombres. El pequeño dios del mundo es siempre del mismo temple, y en verdad, tan curioso como el primer día. Viviría un  poco  mejor, si Tú no le hubieses dado el reflejo de la luz celeste, a la que da el nombre de razón, y sólo le sirve para ser más bestia que todas las bestias.”                                                                     

            “No,  maestro; francamente todo allí abajo lo encuentro detestable. Los hombres me producen piedad en sus días de miseria; pobres diablos, me apenan de tal modo, que se me quitan las ganas de mentarlos.”

Así el autor de “Nuestra Señora de París” hace un contraste  de sentimientos opuestos como: el bien y el mal, lo bello y lo horroroso, las intenciones y los hechos, etc.

Hemos de particularizar a tres personajes, que a fin de cuentas fueron “libres” de todo sentimiento que les aquejaba y carcomía su mente y corazón; aunque al final esté o no de por medio el destino, tuvieron que pagar un alto precio de manera trágica: la muerte.

Clude Frollo quien era un arcediano, diácono principal de la catedral; representa la preponderancia del sentimiento sobre la razón. Con su caída de más de doscientos pies de altura sobre el empedrado, provocada por Quasimodo; terminó con su estrepitosa muerte llevando a la tumba, la culpa de haber entregado a Esmeralda  a las autoridades de la realeza para su condena en la horca y apagando con este acto, el amor no correspondido hacia él; con todo esto quedose librado tras su muerte,  de todo sentimiento pasional que le corroía  el corazón por un amor esquivo.

Esmeralda, la gitanilla de dieciséis años, de una belleza incomparable; sintióse seguro la calma, después de su ahorcamiento en el patíbulo, al terminar la tormentosa odisea pasional que propició Claude Frollo: el atentado a su amado Febo de Chateaupers, su obsesivo amor hacia esta y su posterior entrega para su ajusticiamiento; sumado a esto el posterior desentendimiento de su amado Febo hacía ella.

Por último, Quasimodo, el monstruoso campanero, terminó con la odiosa presencia que causaba en la gente. El no saber qué hacer frente a su amo y Esmeralda, el invisible amor que sentía hacia la gitanilla, pero que se reflejaba cuando este le asistía con todas las provisiones, atenciones y demás encargos cuando ésta se encontraba en la catedral de Notre-Dame; el propiciar la muerte de su amo hacia el abismo y el presenciar la muerte  de éste en el empedrado mientras pendiente del patíbulo, a lo lejos se estremecía dando las últimas convulsiones de agonía, la siempre bella Esmeralda. Con su extraña muerte sintióse, seguro, más vivo que nunca estando abrazado junto al cadáver de su amada Esmeralda.

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