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De deicidas.

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  Gabriel García Márquez decía que la mejor novela de caballería era o es el “Amadís de Gaula”, y ciertamente no se equivocó, lo es; pero dentro de lo estricto de una novela de caballería: el honor, lo ingenioso, la caballerosidad, el desprendimiento, el valor, la nobleza, la valentía, la hermosura. Tanto es así que tomó el nombre de este personaje para bautizar a otro en “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”. En la otra esquina del ring tenemos a Mario Vargas Llosa que decía o sigue diciendo, que la mejor novela de caballería es el “Tirant lo Blanc” y ciertamente no se equivocó, lo es, pero a diferencia de las características antes mencionadas, esta novela vino con una añadidura: “el erotismo” y algo más “la totalidad”, lo que él llamaría “la novela total”. El respaldo estaría en la monumental obra de Cervantes: “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” en el capítulo VI: —¡Válame Dios! —dijo el cura, dando una gran voz—. ¡Que

¡Vamos pueblo, carajo! ¡El pueblo no se rinde, carajo!

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  A propósito de “¡Vamos pueblo, carajo!” “¡El pueblo no se rinde, carajo!” Cuánta razón tenía Oswaldo Reynoso al enojarse y defender su novela “En octubre no hay milagros” con respuestas tan ciertas y coherentes: Él contaba que, en una entrevista para la televisión, el entrevistador le había dicho lo siguiente: —Pero cómo se le ocurre a usted, escribir un libro con groserías; cuando la literatura tiene que emplear palabras muy finas. Entonces Oswaldo le dijo: —Mire usted. Usted está mintiendo. —Por qué… —Porque en este libro (sosteniendo su novela) no hay ninguna grosería. Y el entrevistador le dijo: —Es usted un cínico, un mentiroso… (Agarró el libro) Voy a leer algunas de las groserías, pero por respeto a la audiencia… no voy a leerlas. Pero usted ha escrito un libro de puras groserías. —No. En mi libro no hay groserías. —Pero cómo puede usted negar. Entonces para usted qué es una grosería. Y Oswaldo le respondió lo siguiente: —Cuando un militar, mal milita