De deicidas.


 

Gabriel García Márquez decía que la mejor novela de caballería era o es el “Amadís de Gaula”, y ciertamente no se equivocó, lo es; pero dentro de lo estricto de una novela de caballería: el honor, lo ingenioso, la caballerosidad, el desprendimiento, el valor, la nobleza, la valentía, la hermosura. Tanto es así que tomó el nombre de este personaje para bautizar a otro en “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”.

En la otra esquina del ring tenemos a Mario Vargas Llosa que decía o sigue diciendo, que la mejor novela de caballería es el “Tirant lo Blanc” y ciertamente no se equivocó, lo es, pero a diferencia de las características antes mencionadas, esta novela vino con una añadidura: “el erotismo” y algo más “la totalidad”, lo que él llamaría “la novela total”.

El respaldo estaría en la monumental obra de Cervantes: “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” en el capítulo VI:

—¡Válame Dios! —dijo el cura, dando una gran voz—. ¡Que aquí esté Tirante el Blanco! Dádmele acá, compadre; que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está don Quirieleisón de Montalbán, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalbán, y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante hizo con el alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora Emperatriz, enamorada de Hipólito, su escudero. Dígoos verdad, señor compadre, que, por su estilo, es éste el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen, y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros de este género carecen. Con todo eso, os digo que merecía el que le compuso, pues no hizo tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida. Llevadle a casa y leedle, y veréis que es verdad cuanto dél os he dicho.

Y ciertamente, Cervantes, calificó al “Tirant lo Blanc” como el mejor libro del mundo, y tampoco se equivocó. De soslayo podemos decir que la jocosidad del Quijote no está en las palabras del cura, sino del quien las menciona, el cual se deduce está desligado del pecado. Y es eso “Tirante el Blanco” la invitación al pecado consensuado dentro del amor, a la prohibición de la carne, a la retención de los cuerpos lo que hace de la historia algo original para su época.

Todos aquellos que hayan leído al épico, heroico, militar, costumbrista, social, psicológico, erótico y trágico “Tirant lo Blanc” y comparado con otras novelas de caballerías como el mismo “Amadís” o “El caballero Zifar” podrán dar fe de mis palabras.



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