EL JARDÍN DE LAS DELICIAS (Cuento)
DESDE ANTES DE LA ORILLA, detrás de las chozas que años atrás eran concurridas por los veraneantes al balneario, lo vi. Asmat se encontraba tirado al borde de la orilla como muerto putrefacto que el mar vomita después de varios días y después de varias noches de rescate. Mojado y husmeado por un perro atónito que no supo diferenciar si estaba vivo o muerto, pues no le ladró, seguía tirado en la húmeda arena. El animalito siguió su camino meneando la cola, no sin antes alzar la patita trasera y huir como niño que comete una travesura cuando va por las calles tocando de puerta en puerta. Volteó a mirarlo, pero seguía en la arena. Parecía que le divertía, al juguetón can, hacer esto con la mayoría de borrachos que encontraba por su camino. “Total; una gota más, una gota menos” seguro pensaría el animalito. Y total, era un día feliz y despreocupado para él. Al igual que aquel perro, las pisadas de este y de las personas que acudían a las playas después de Año Nuevo para baña...