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EL JARDÍN DE LAS DELICIAS (Cuento)

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DESDE ANTES DE LA ORILLA, detrás de las chozas que años atrás eran concurridas por los veraneantes al balneario, lo vi. Asmat se encontraba tirado al borde de la orilla como muerto putrefacto que el mar vomita después de varios días y después de varias noches de rescate. Mojado y husmeado por un perro atónito que no supo diferenciar si estaba vivo o muerto, pues no le ladró, seguía tirado en la húmeda arena.   El animalito siguió su camino meneando la cola, no sin antes alzar la patita trasera y huir como niño que comete una travesura cuando va por las calles tocando de puerta en puerta. Volteó a mirarlo, pero seguía en la arena.   Parecía que le divertía, al juguetón can, hacer esto con la mayoría de borrachos que encontraba por su camino. “Total; una gota más, una gota menos” seguro pensaría el animalito. Y total, era un día feliz y despreocupado para él. Al igual que aquel perro, las pisadas de este y de las personas que acudían a las playas después de Año Nuevo para baña...

Julio Ramón Ribeyro: Notas sobre Paradiso, Lezama Lima y Marcel Proust

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  Una de las características de los grandes artistas es sacar partido de sus propias flaquezas y hacer de sus defectos virtud. Paradiso es justamente un libro que, gracias al talento poético de su autor, se realiza plenamente como obra literaria contra todos los principios de la escritura novelesca, al cabo de un largo combate de seiscientas páginas en el cual el lector tiene muchas veces la impresión de haber sido convocado, mediante esa lectura, al espectáculo de un portentoso naufragio. A pesar de sus exorbitancias, de sus errores flagrantes, de su evidente falta de composición, del por momentos irresistible flujo barroco de su estilo, el libro sortea obstáculos, se diría que se impulsa en ellos y cristaliza en una construcción inexpugnable, solitaria, que aplasta bajo su masa las objeciones de detalle. Paradiso no es verdaderamente una novela, al menos una novela como pueden serlo —para tomar ejemplos muy diferentes—Los pasos perdidos o La casa verde, en las cuales el ord...

De deicidas.

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  Gabriel García Márquez decía que la mejor novela de caballería era o es el “Amadís de Gaula”, y ciertamente no se equivocó, lo es; pero dentro de lo estricto de una novela de caballería: el honor, lo ingenioso, la caballerosidad, el desprendimiento, el valor, la nobleza, la valentía, la hermosura. Tanto es así que tomó el nombre de este personaje para bautizar a otro en “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”. En la otra esquina del ring tenemos a Mario Vargas Llosa que decía o sigue diciendo, que la mejor novela de caballería es el “Tirant lo Blanc” y ciertamente no se equivocó, lo es, pero a diferencia de las características antes mencionadas, esta novela vino con una añadidura: “el erotismo” y algo más “la totalidad”, lo que él llamaría “la novela total”. El respaldo estaría en la monumental obra de Cervantes: “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” en el capítulo VI: —¡Válame Dios! —dijo el cura, dando una gran voz—. ...

¡Vamos pueblo, carajo! ¡El pueblo no se rinde, carajo!

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  A propósito de “¡Vamos pueblo, carajo!” “¡El pueblo no se rinde, carajo!” Cuánta razón tenía Oswaldo Reynoso al enojarse y defender su novela “En octubre no hay milagros” con respuestas tan ciertas y coherentes: Él contaba que, en una entrevista para la televisión, el entrevistador le había dicho lo siguiente: —Pero cómo se le ocurre a usted, escribir un libro con groserías; cuando la literatura tiene que emplear palabras muy finas. Entonces Oswaldo le dijo: —Mire usted. Usted está mintiendo. —Por qué… —Porque en este libro (sosteniendo su novela) no hay ninguna grosería. Y el entrevistador le dijo: —Es usted un cínico, un mentiroso… (Agarró el libro) Voy a leer algunas de las groserías, pero por respeto a la audiencia… no voy a leerlas. Pero usted ha escrito un libro de puras groserías. —No. En mi libro no hay groserías. —Pero cómo puede usted negar. Entonces para usted qué es una grosería. Y Oswaldo le respondió lo siguiente: —Cuando un militar, mal mi...

"El loco de la Sala N° 6"

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  La desesperación por escribir y escribir incesantemente: cuentos, obras teatrales, relatos, artículos, ensayos, crónicas; cual maquina industrial que trabaja día y noche y que está a su vez al servicio de la burguesía; toda esta angustiosa labor literaria es sin otro móvil que el de ganar unos cuantos míseros rublos para poder ayudar a su familia y quizá el presentimiento de una muerte anunciada, como si la vida se le fuese   acabar en un suspiro, puesto que   la tuberculosis avanzaba   a cada instante en su ya deteriorado cuerpo, recae en Antón Chéjov. Rusia atravesaba por un período de dura reacción acentuada tras el asesinato, en 1881, del zar Alejandro II. Se respiraba un clima de tensión en el país del crudo invierno. Chéjov planteó una denuncia social a través de su literatura como un acto de rebeldía ante la severísima censura, sobre todo, en Moscú. La casualidad no llega como el nombre lo indica a las obras de Chéjov. Sus personajes son tomados de la vi...

Notre-Dame de Paris

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    La idea de "libertad" en sus múltiples expresiones ilustrada   en el Romanticismo, en este caso francés, la vemos pincelada en la más grande   novela histórica   jamás escrita, sin exageración: “Notre-Dame de Paris" publicada el 16 de marzo de 1831 cuyo pintor de estas letras   es   Victor Hugo. La trascendencia de esta magistral novela se debe   a la presencia protagónica como ambiente a la catedral de Notre-Dame, con su monumental estructura gótica   y que el autor describe de forma majestuosa a través de su pincel literario. Junto a esta, sus personajes que reflejan la condición humana, cruda y real. De forma general diremos que Quasimodo representa al hombre mismo, es fiel reflejo de este; lo armonioso, lo hermoso, lo bello estéticamente hablando, que el hombre tiene en el exterior; Quasimodo   lo tiene al interior espiritualmente. En cambio, lo horrible, lo grotesco, lo monstruoso que este tiene   por fuera, el hombre...